El buscador

Erick Zimbrón
2 min readDec 22, 2019

El buscador busca, encuentra, y vuelve a buscar.

Pero, ¿qué busca el buscador? Todo y nada. Todo, porque el buscador busca significado; nada, porque el buscador sabe que no hay significado.

Pero esto no quiere decir que la búsqueda no valga la pena. Es más, el proceso en sí mismo se vuelve el significado. El mundo gira y el tiempo continúa su camino. Si el buscador es capaz, cada evento, cada segundo, se volverá su oportunidad de buscar, de experimentar, de encontrar.

El buscador es el asceta y el rey. No tiene nada y lo tiene todo. Aquello que es mundano, lo es todo. Y lo que parece ser todo, se vuelve mundano. Como resultado, el buscador se siente vacío y lleno al mismo tiempo. Vacío por no encontrar todas las respuestas. Y lleno porque su vida es un constante flujo de experiencias.

El buscador aspira a lo trascendental. Pero el buscador es humano. El buscador respira, observa, desea, vive. Y así, el buscador iniciará una búsqueda de su propia naturaleza, de aquello que se asume es propio de la raza humana. El amor, la comunidad, la felicidad, el desarrollo, la libertad. En el camino algunas cosas se harán evidentes fácilmente, y algunas otras permanecerán en el espacio de lo desconocido. Y es en ese avanzar, que el buscador fungirá como su propio guía o como su propio obstáculo. Pero al final, aquella travesía, impermanente, surgirá y cesará. Y entonces, el buscador, si es capaz, se volverá participe de la realidad. Recordará que las cosas simplemente son, y que por lo tanto, el constante proceso de búsqueda y realización simplemente es y será.

El buscador busca. Y encontrará.

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